Siempre hay un día en especial que nos
identifica, nos libera de la opresión laboral y nos despeja en todos los
sentidos. Y ese día es el viernes. Tiene un condimento que lo hace único.
Para muchos es un día en el que nos
vestimos casual en la Office, para presumir que somos yanquis, aunque nuestro
país tercermundista sea una cruda realidad. Otros hacen planes como ir a cenar,
reunión con las chicas, ver stand up o ver alguna película pochoclera en el
cine. Algunos amigos suelen organizar caravanas por los boliches más “Top” y
con “Onda” de la ciudad. Bueno, cabe aclarar que hablamos de los que están en
Palermo Hollywood.
No pueden faltar aquellos que optan
por tener una primera cita. Sí, un viernes de noche, un par de tragos y música
de fondo. Si a esto le agregamos lluvia, ¿sería un combo ideal? Obviamente, la
decisión de dejar el viernes del “fulbito” con los pibes, de dejar el cocktail
con las chicas y tratar de salir con alguien nuevo que no te recuerde a tu ex. Sí,
por el que lloraste varias noches de unos cinco meses, por tirar un dato. Aquel
que te mensajea en días del amigo, cumpleaños, entregas de diploma, velatorios,
navidades, Bar and Bat Mitzvah. Ese que te saludó el
primero del año nuevo con un seco “Feliz año nuevo” en la hora 0 minuto 0.Y te
lo arruinó en un segundo.
Lo ideal es no hacerse la cabeza. No
pensar en lo que pueda pasar sino en los errores que no deben cometer como un deja vú en forma de pesadilla
recurrente. Y así las manías reaparecen: los modismos caballeriles, el abrazo,
la copa de vino, el beso, y?.Y la lluvia de testigo. Todo parece guionado, hasta
la más mínima maniobra del beso esquivo. Las frases de la soledad. Los
reproches
