Nunca sabré por qué Febrero es el mes en el que esos fantasmas vuelven a mí. Vestigios de lo que no fue. De historias que no funcionaron. De ilusiones perdidas.
San Valentín es como una estaca para las y los que convivimos con la soledad. Aquella amiga que no te abandona aún soltándole la mano. No. Ella está. Insiste con su presencia. Quiere hacerse notar en tu vida y recordarte los errores que alguna vez cometiste. ¿Será tan así?.
Yo no quiero adjudicarme errores. Es en vano. ¿Tengo que cargar esta cruz sola? El mes de los Enamorados me recuerda que alguna vez el amor estuvo y se fue. Que todo era color de rosa (o eso creía), y que cualquier cosa podía ser posible. Hoy, desconfío. Me cierro. Me ciego.
Un nuevo año comienza con una energía renovadora. No tengo el camino escrito. No sé que sucederá. Qué herramientas usar. Solo tengo una brújula rota, una pluma y un cuaderno con hojas en blanco, que espero se tiñan de historias que le den color a mis días.
Mientras. Espero.
